domingo, 10 de septiembre de 2006

Internet killed the video star

Vía La Petite Claudine he encontrado una conferencia que dio Umberto Eco en la re-inauguración de la Biblioteca de Alejandría en noviembre del 2003. Entre otras cosas habla de la famosa pregunta "¿acabarán los ordenadores con los libros de papel?" que periódicamente le hacen a escritores y gente con gafas en general (siempre me quedo con la sensación de que quien hace esta pregunta no lee demasiado). Intentaré resumir lo más posible:
He contestado en muchas entrevistas preguntas del tipo: “¿Los nuevos medios electrónicos volverán obsoletos los libros? ¿Internet atenta contra la literatura? ¿La nueva civilización hipertextual eliminará la noción de autoría?”. Ante semejantes interrogantes, y teniendo en cuenta el tono aprensivo con el que los formulan, cualquiera que tenga una mente normal y bien equilibrada pensará que el entrevistador se tranquilizaría si la respuesta fuera: “No, no, tranquilos, todo está bien”. Error. Si les dijéramos que no, que ni los libros ni la literatura ni la figura del escritor van a desaparecer, los entrevistadores entrarían en pánico. Porque si nadie muere, ¿cuál es entonces la noticia? (...) Hoy quiero tratar de desmadejar una serie de temores. Aclarar nuestras ideas sobre estos problemas también puede ayudarnos a entender mejor qué entendemos normalmente por “libro”, “texto”, “literatura”, “interpretación”, etcétera. De ese modo veremos cómo una pregunta tonta puede generar muchas respuestas sabias, y cómo ésa es, probablemente, la función cultural de las entrevistas ingenuas.

Comencemos por una historia que es egipcia, aunque la haya contado un griego. [Me la cargo, leedlo en el original si queréis] (...) el faraón expresaba un miedo que siempre reaparece: el de que un descubrimiento tecnológico pueda asesinar algo que consideramos precioso y fructífero.

Utilicé el verbo “asesinar” a propósito, porque, más o menos catorce siglos después, en su novela histórica Nuestra Señora de París, Victor Hugo narró la historia de un sacerdote, Claude Frollo, que observaba con tristeza las torres de su catedral. La historia de Nuestra Señora de París transcurre en el siglo XV, después de la invención de la imprenta. Antes, los manuscritos quedaban reservados a una restringida elite de personas que sabían leer y escribir, y lo único que se les enseñaba a las masas eran las historias de la Biblia, la vida de Cristo y de los santos, los principios morales, y hasta hechos de la historia nacional o nociones elementales de geografía y ciencias naturales (la naturaleza de los pueblos desconocidos, las virtudes de determinadas hierbas o piedras): todo este conocimiento era proporcionado por las catedrales con su sistema de imágenes. Una catedral medieval era como un programa de TV permanente, siempre repetido, que se supone le decía a la gente todo lo que les era imprescindible para la vida diaria y la salvación eterna. Ahora bien: Frollo tiene en su mesa un libro impreso y murmura ceci tuera cela (“esto matará a aquello”); en otras palabras: el libro matará a la catedral, el alfabeto matará a las imágenes.

(...) En los años sesenta, Marshall McLuhan publicó La galaxia Gutenberg, el libro en el que anunciaba que el modo lineal de pensamiento, apoyado en la invención de la imprenta, estaba a punto de ser reemplazado por un modo de percepción y entendimiento más global que se valdría de imágenes de TV u otras clases de dispositivos electrónicos. Puede que McLuhan no, pero muchos de sus lectores pusieron un dedo sobre la pantalla de la TV ydespués sobre un libro y dijeron: “Esto matará a aquello”.

(...) La pregunta ingenua es: “Los disquetes hipertextuales, Internet o los sistemas multimedia, ¿volverán obsoleto al libro?”. Y así llegamos al último capítulo de la historia de esto-matará-a-aquello. (...) Aun después de la invención de la imprenta, los libros nunca fueron el único medio de adquirir información. También había pinturas, imágenes populares impresas, enseñanzas orales, etcétera. El libro sólo demostró ser el instrumento más conveniente para transmitir información. Hay dos clases de libros: para leer y para consultar. (...) Las enciclopedias fueron concebidas para ser consultadas, nunca para ser leídas de la primera a la última página. (...) Con el hipertexto, sin embargo, puedo navegar a través de toda la red-enciclopedia. Y puedo hacer mi trabajo en unos pocos segundos o minutos.

Los hipertextos volverán obsoletos, ciertamente, las enciclopedias y los manuales. (...) En un futuro cercano, los estantes que las enciclopedias ocupan en mi casa –así como los metros y metros que ocupan en las bibliotecas públicas– podrán quedar libres, y no habría mayores razones para protestar.

(...) Sin embargo, ¿puede un disco hipertextual o la Web reemplazar a los libros que están hechos para ser leídos? Una vez más, tenemos que definir si la pregunta alude a los libros como objetos físicos o virtuales. Una vez más, déjenme considerar primero el problema físico. Buenas noticias: los libros seguirán siendo imprescindibles, no solamente para la literatura sino para cualquier circunstancia en la que se necesite leer cuidadosamente, no sólo para recibir información sino también para especular sobre ella. Leer una pantalla de computadora no es lo mismo que leer un libro. (...) Hasta ahora, los libros siguen encarnando el medio más económico, flexible y fácil de usar para el transporte de información a bajo costo. (...) Los libros son de esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la cuchara o la tijera.
La tecnología está llena de avances insustituibles por completo. La radio no hizo desaparecer a los libros. La tele acabó con la estrella de la radio, pero sin embargo la radio sigue viva; simplemente hubo otro avance que servía mejor a algunas de sus funciones. La gente no se une en torno a la radio como antes de que hubiera televisión, pero todo el mundo la pone en el coche y en el trabajo, y/o para escuchar música o noticias; esto es, aquello para lo que las imágenes son superfluas. Pero el entretenimiento masivo se pasó a la tele: era más vistosa.

Ahora mismo tenemos un proceso parecido, pero esta vez es televisión(+periódicos) vs internet. Si os fijáis, la mayoría de las noticias que salen sobre internet en la tele y la prensa son de tres tipos:

a) curiosidades idiotas. Vídeos tontos, bromas, páginas estúpidas, frikis que se tiran horas jugando online.
b) chunguerías. Páginas de pedófilos, delitos informáticos, virus que hacen la puñeta, cosas así. Y muchas de ellas sacadas de contexto o mal entendidas (por no decir "inventadas"): el asesino de la katana o los del instituto Columbine.

Tienden a tener un subtexto que es "la internet tiene una parte inofensiva pero para idiotas y una mala, pero mala-malaaaaaaaaaa". Creo que se debe, en parte, a que mucha de la gente que escribe esto pertenece a una generación que no ha crecido con los ordenadores, pero ha tenido que aprender a usarlos (con gran esfuerzo en muchos casos), y, por tanto, como mínimo desconfía de ellos. Además, muchos han conocido la época de las máquinas de escribir y sienten nostalgia ("un miedo que siempre reaparece: el de que un descubrimiento tecnológico pueda asesinar algo que consideramos precioso y fructífero").

Pero creo que también en parte se debe a una estrategia más o menos deliberada de desprestigiar al oponente. Aunque es una batalla que tienen perdida.

Los periódicos caerán y caerán y caerán... en papel. Sobrevivirán en los bares, las bibliotecas, sitios así, tal vez las ediciones dominicales se mantengan. Pero, ya sin entrar en el precio, es mucho más cómodo leer el periódico en el ordenador que en papel. Cuanto más se extienda internet menos mercado tendrán.

La tele también pierde gente. Las masas que vampirizó de la radio gracias al entretenimiento emigran a internet. Antes de poner internet en casa yo solo veía la tele para las noticias, las tertulias, y algunas series y películas. Ahora las noticias las leo online, paso de tertulias porque los blogs y las listas de correo son más divertidas (je, si hasta puedes meterte con el autor, y las cosas quedan escritas, para vergüenza de muchos), y las series y las películas me las bajo.

Si os fijáis, la tele, cada vez más, sobrevive en buena medida a base de unos contenidos difícilmente trasladables a internet por su inmediatez y su caducidad (programas de marujeo, del corazón, deportivos). Sospecho que los deportes, porque son divertidos de ver en grupo, van a resistir bien el embate.

Internet se va a cargar la tele. No desaparecerá, igual que ocurrió con la radio, pero el negocio se reducirá mucho. Y les estará bien empleado. La tele nunca ha sido un dechado de virtudes culturales, pero de un tiempo a esta parte ha degenerado de una forma increíble. Incluso en los aspectos que mejor han resistido el paso del tiempo se han estancado. Estoy pensando en las series: ¿hace cuánto que no vemos unos guiones tan absurdos como los de Búscate la Vida? ¿O una forma de rodar innovadora como en Parker Lewis? Muy pocas series han estado a la altura; la mayoría de las buenas series actuales lo son por cuidadas (que ya es bastante), no por originales. No arriesgan y no avanzan, no hay nada nuevo.

No sé si las televisiones irán todas al modelo "tele por cable". Sospecho que sobrevivirán televisiones locales (porque a la gente le gusta ver a sus vecinos en calles que conoce), pero creo que de unos años para acá las películas y las series las bajaremos o las compraremos en DVD, sin que pasen por la tele. Y será bueno, porque los que no sean (demasiado) borregos y tengan dinero para pagarse la conexión quedarán liberados de la estupidez y la publicidad.


PD: joer, qué tocho y qué coñazo. Es lo que pasa cuando no copipasteo a otros XD

PPD: Video killed the radio star (con letra)



PPPD: Internet killed the video star

1 comentario:

  1. Anónimo14:46

    Y los que somos más listos que tú no tenemos ni que pagarnos el internet.

    ResponderEliminar

Cada comentario te da un punto de experiencia. Usa tu recién adquirido poder con sabiduría.