La teoría de la conspiración vs el sentido común
Hace mucho que no doy la tabarra con la conspiranoia, pero es que no ha habido nada del calibre de lo del bórico en bastante tiempo. Sin embargo, El Mundo y Libertad Digital siguen a la suya, por lo que nunca está de más recordar la existencia de Desiertos Lejanos, uno de mis blogs favoritos. Podéis ver aquí su declaración de principios ("... sentimos la absoluta necesidad, como ciudadanos y como personas, de combatir lo que, estamos persuadidos, es la mayor colección de peligrosas ficciones que se ha contado en la España democrática.") y aquí unas impresionantes FAQs sobre las mentiras más comunes del 11M.
Hoy os voy a pegar unos trozos del último artículo que han escrito (junto con la recomendación de que lo leáis entero): Pulgarcito el conspirador (I).
Hoy os voy a pegar unos trozos del último artículo que han escrito (junto con la recomendación de que lo leáis entero): Pulgarcito el conspirador (I).
Tal vez la característica más extraordinaria de las teorías conspiracionistas sobre el 11-M sea lo asombrosamente inverosímiles que son algunos de sus postulados. Ningún conspiracionista al parecer se ha parado a pensar en que la cadena de acontecimientos que habrían de ocurrir para que sus hipótesis fuesen verdaderas no tiene precedente en toda la Historia de la Humanidad. Ningún precedente. (...) lo que nunca ha ocurrido, en toda la Historia, es una conspiración en la que un conjunto de agentes con poderes casi divinos de omnisciencia y omnipotencia pueda manipular la realidad hasta los extremos que los conspiracionistas exigen que creamos.Lo dicho, leed el artículo entero y sus eventuales continuaciones (si tardan, no os desesperéis: se actualizan muy de poco en poco, porque sus artículos son muy largos y cuidados y llevan un trabajo impresionante). O mejor aún, leed todo el blog. No tiene desperdicio.
(...) Pero como digo, de esto ya hemos hablado. Me propongo en el artículo de hoy y sus secuelas abordar otro elemento clave de las teorías conspiracionistas, presente desde el artículo seminal de Fernando Múgica sobre los Agujeros Negros del 11-M: la extraordinaria precisión cronológica con la que son supuestamente plantadas las evidencias en el periodo entre el 11 y el 14 de marzo, y la no menos extraordinaria eficacia con la que cumplen, de forma absolutamente precisa, con su cometido de provocar una serie de reacciones, no sólo en la opinión pública sino en políticos avezados, inteligentes e informados: el sueño de Skinner hecho realidad.
(...) la hipótesis de Pulgarcito suena terriblemente compleja. ¿Cómo se las pueden arreglar los conspiradores para convencer al mismo tiempo de dos cosas radicalmente opuestas al gobierno y a la opinión pública, respectivamente? ¿Qué maestría psicológica se necesita para predecir con razonable seguridad que el gobierno caerá en una trampa y la opinión pública en la contraria? (...)
La cosa se complica, porque además, según una opinión al parecer dominante entre los conspiracionistas, ETA sí habría estado involucrada en el atentado. A ver, a ver, a ver, que empiezo a confundirme. ¿Me están diciendo que los conspiradores engañaron al gobierno contándole la verdad (ETA es responsable) mientras contaban a la opinión pública una mentira (el terrorismo islamista es responsable) (...)?
Lo cierto es que ningún psicólogo conductista, ningún profesional de la comunicación, nadie en el mundo es capaz de manipular con tanta precisión las reacciones de personas o colectivos. La tecnología para hacerlo simplemente no existe. Al pensar lo contrario, los conspiracionistas han sido presas de uno de los grandes mitos paranoicos del siglo XX, la capacidad supuestamente inagotable de entes malignos para lavar el cerebro a cualquier persona o conjunto de personas y hacer que haga su voluntad. Estamos de nuevo ante la típica confusión entre ficción y realidad que es una de las constantes del pensamiento conspiracionista. Han visto Caligari, el Candidato Manchú, o, más probablemente, The Matrix. Han interiorizado la posibilidad de tales tecnologías a través de las películas y absurdamente les han conferido una existencia real. Vemos además que se cumple otra de las constantes de las teorías conspiracionistas: la atribución de poderes inmensos a los conspiradores, convirtiéndoles en entes casi divinos, omniscientes y omnipotentes.
(...) Simplemente me interesa resaltar que las teorías conspiracionistas cumplen la función psicológica de dar una explicación consoladora, alternativa y que deja intacto el conjunto de creencias y deseos del que cree la teoría. Esto, por cierto, debería bastarle a un espíritu crítico para someter a riguroso escrutinio las hipótesis formuladas: si hay algo que es demasiado bueno para ser verdad, lo más probable es que no sea verdad. (...)
Hola guapísimo. Ya sé que no comento mucho por aquí, pero es que son muchos blogs a leer al cabo del día. Pero debes saber que, auqnue no siempre alce mi voz (o mi letra, mejor), suelo andar por aquí de fisgoneo bastante a menudo.
ResponderEliminarEsta vez sólo entraba para decirte que te hago un link a tu espacio en mi nuevo blog. No me detengo a leer nada porque vengo cargadita de debres. ¡¡Puff!!
Hugs and Kisses!!
> Hugs and Kisses!!
ResponderEliminar¡Recibidos! :D