Luna blanca, luna roja

Cuento peloriano sobre la luna (anónimo, en torno al 1300 del Tiempo Solar)

Igual que el día sigue a la noche,
y que el verano sigue al invierno,
así la Luna Blanca sucederá a la Escarlata.
La peor de las guerras solo puede ser seguida de la mejor de las bonanzas.
La Luna Blanca es la Luna de la Paz,
porque nadie puede ser belicoso cuando todas las armas se han roto.
La Luna Blanca es la Luna de la Calma,
porque nadie está más sereno que los muertos.
La Luna Blanca es la Luna de la Belleza,
pero ¿quién quedará para admirarla?

O en inglés:

As night passes into day,
as summer follows winter,
so shall the White Moon follow the Scarlet.
The worst war of the world can only be followed by the best peace of the world.
The White Moon is the Moon of Peace,
for none can be warlike when all weapons are broken.
The White Moon is the Moon of Calm,
for none are quieter than the dead.
The White Moon is the Moon of Beauty,
but who shall remain to admire her?

Los seguidores de la Luna Roja suelen añadir al principio "Igual que la sangre precede al nacimiento, / y que una chiquilla se transforma en mujer" ("As blood precedes a birth,/ as a child becomes a woman").

Siempre me ha dado escalofríos este poema, tan deliciosamente apocalíptico. Aparece en el suplemento (del RuneQuest) Genertela, escrito por Greg Stafford y Sandy Petersen. La traducción no es mía, sino de Joc (Ana I. Utande y Luis Serrano, dicen los créditos).

El Genertela es uno de los mejores suplementos de rol de todos los tiempos, y Glorantha es el mejor mundo de fantasía que conozco. Más información sobre su(s) luna(s) aquí, aquí y aquí. Sus fans son, posiblemente, el grupo de frikis más imaginativo, creativo y filosófico que jamás haya parido una tabla de encuentros aleatorios. Para muestra, la genial e hiperactiva lista de correo Glorantha Hispana, esta web llena de canciones gloranthanas, una lista de ilustrativos chistes de diferentes culturas, o este montón de fotos.

Aquí tenéis Kero Fin, en el centro del Paso del Dragón.
Y sin efectos especiales, ¡muérete de envidia, Caradhras!