martes, 18 de agosto de 2009

Honduras

Tenía ganas de escribir sobre esto, pero Tiberio lo ha resumido perfectamente. Fragmento:
Durante los años 80, Honduras era el estado satélite perfecto. En Honduras se entrenaban los grupos paramilitares que posteriormente sembrarían el terror por gran parte de América latina, especialmente Nicaragua. Durante aquellos años, el presidente Suazo Córdova organizó los “Escuadrones de la muerte”, dedicados a la caza y captura de cualquier disidente izquierdista. En aquellos años se redactó la Constitución actualmente en vigor.

La Constitución hondureña prohíbe la reelección de un presidente. Aquel que gane las elecciones un año ya no podrá repetir. Esto en sí mismo me parece un planteamiento que cabe en Democracia, aunque lo veo bastante radical. Lo que ya no cabe en Democracia es cuando la misma Constitución pretende osificarse, considerando un delito de alta traición el mero hecho de querer reformarla.

Porque este ha sido el famoso artículo de la Constitución que se habría saltado Zelaya, el que dice que no existe ninguna forma legal de reformar una Constitución firmada a punta de pistola. Ante esta situación Zelaya ha querido responder mediante un rodeo. Su plan consistía en realizar una consulta popular en la que el pueblo decidiera si le parecería bien hacer un referéndum para cambiar la constitución, permitiendo a los presidentes ser reelegidos. Una votación para ver si se debería hacer una votación.

Esta rocambolesca situación se creó con la intención de que, si alguien cometía alta traición, ese alguien sería el pueblo hondureño. La absurda constitución llegaría a una situación en la que se consideraría traidor al propio pueblo que, se supone, es soberano. Ni si quiera la quincena de familias oligarcas que tradicionalmente han controlado Honduras podrían sostener una contradicción tan grande.
¡Leedlo entero!

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