domingo, 1 de enero de 2012

El hombre es el pastel que se hornea y se come a sí mismo, y la receta es separación

Lo siguiente está sacado de "Lanark, una vida en cuatro libros", una acojonovela de Alasdair Gray. No es la primera vez que aparece por aquí.

Por supuesto, más adelante hay spoilers, pero no son especialmente graves. El protagonista, que está en un mundo que no es exactamente el nuestro pero tampoco es estrictamente fantástico, va a participar en una reunión del comité gobernante de la ciudad de Unthank; términos como "la criatura", el "instituto", "el consejo", etc, los ha escuchado de forma bastante confusa en boca de gente sin tiempo o ganas de explicárselos.

- ¿Dónde está Polifemo? -preguntó Lanark.
- ¿Eh?
- He oído decir que alguien llamado Polifemo estaba aquí.
Grant sonrió.
- Sí, aquí estoy -dijo Grant-. Smollet suele llamarme así.
- ¿Por qué?
- Polifemo era el ogro tuerto de una vieja historia. Yo me paso la vida recordándole al comité un hecho que preferirían olvidar, por lo que, según ellos, sólo sé ver las cosas desde una perspectiva.
- ¿Y qué hecho es ése?
- Que ninguno de ellos sabe hacer cosas.
- ¿Quiere decir que no son obreros?
- No, quiero decir que no saben crear. Hay muchos obreros que no crean nada salvo riqueza. No producen comida, combustible, casas ni ideas útiles; su trabajo no es más que una forma de aumentar su poder sobre la gente que sí crea todas esas cosas.
- Y usted, ¿qué crea?
- Casas. Soy administrador del grupo Volstat-Mocasa.
- Todos esos grupos ... -dijo Lanark con voz pensativa-. Volstat, Algolágnicos y el resto ... ¿Son lo que la gente llama la criatura?
- Ése es el nombre que le damos algunos. El dinero del consejo proviene de ahí, al igual que ocurre con el instituto, por lo que prefiere hacerse llamar la fundación.
- Estoy harto de esos vagos nombres altisonantes tras los que se oculta el poder -dijo Lanark con impaciencia.
- Y, por lo tanto, prefiere no pensar en ellos -, dijo Grant, meneando la cabeza comprensivamente-. Eso es típico de los intelectuales. El instituto les ha comprado y vendido tantas veces que les da vergüenza pronunciar en voz alta el nombre de sus amos.

(...)

- ¿Podría decirme qué es exactamente la criatura? -preguntó Lanark pasados unos minutos.
- Una conspiración que se apodera de todo y lo manipula para obtener beneficios.
- ¿Se refiere a los ricos?
- Sí, pero a no a aquéllos cuya riqueza consiste en monedas y billetes de banco... Ese tipo de riqueza no es más que cuentas de colores utilizadas para hacer que quienes fabrican cosas sean dóciles y obedientes. Los propietarios y los manipuladores tienen formas más sutiles de atesorar la energía. Se pagan a sí mismos con tiempo: tiempo para pensar y hacer planes, tiempo para examinar lo que es necesario desde cierta distancia. (...) Lo que más odio es su falsedad y el disimulo con que actúan. El instituto divide a poblaciones enteras en ganadores y perdedores y se llama a sí mismo cultura. Su consejo destruye todas las formas de vida que no les proporcionan beneficios y se llama a sí mismo gobierno. Fingen que la cultura y el gobierno son poderes supremos e independientes cuando no son nada más que guantes que cubren las manos de Volstat, Quantum, Cortexin y Algolágnicos. Y creen realmente que son la fundación. Creen que su codicia es la que mantiene con vida a los continentes. No llaman codicia, claro está, sino beneficios o (entre ellos, cuando no necesitan engañar a nadie) grandes negocios [en el original inglés: "killings"]. Están segu­ros de que sus beneficios son lo único que permite que la gente cree cosas y siga comiendo.
- Quizá sea cierto.
- Sí, porque ellos hacen que lo sea. Pero no tendría por qué ser así. (...) La criatura arrojó montañas de comida al océano porque los hambrientos no podían pagarla a un precio que diera beneficios, y los niños del zapatero tuvieron que ir sin zapatos porque su padre había fabricado demasiados. ¡Y los creadores de cosas aceptaron todo eso igual que si fuera un terremoto! Se negaron a comprender que podían hacer lo que cada uno necesitaba y que podían mandar al Infierno los beneficios. No habrían tenido más remedio que acabar entendiéndolo, claro está, si el consejo no hubiera decidido utilizar la guerra...
- ¿Y en qué les ayudó eso?
- Dado que la criatura no podía seguir enriqueciéndose vendiéndole objetos de primera necesidad a la gente que los fabricaba, le vendió objetos destructivos al consejo. Entonces empezó la guerra y todos esos objetos destructivos fueron utilizados para acabar con los artículos de primera necesidad. Y la criatura obtuvo beneficios encargándose de sustituir ambas clases de objetos.
- ¿Y contra quién libró la guerra el consejo?
- Se escindió en dos bandos y luchó consigo mismo.
- ¡Pero eso es como suicidarse!
- No, es la conducta habitual. La mitad eficiente se come a la mitad menos eficiente y se vuelve más fuerte. La guerra es tan sólo una forma violenta de conseguir aquello que la mitad de la gente hace sin disturbios en las épocas de paz: utilizar a la otra mitad como alimento, para obtener calor, como maquinaria y para lograr placer sexual. El hombre es el pastel que se hornea y se come a sí mismo, y la receta es separación.
- Me niego a creer que los hombres se maten unos a otros sólo para conseguir que sus enemigos se enriquezcan.
- ¿Cómo pueden reconocer a sus auténticos enemigos cuando sus familias, escuelas y empleos les enseñan a luchar entre ellos y a creer que la ley y la decencia provienen de los profesores?

(...)

- ¡Pare! Lo está simplificando todo -dijo Lanark-. Habla como si no hubiera más que un solo gobierno, pero hay muchas clases de gobiernos y algunos son más crueles que otros.
- Oh, sí -dijo Grant moviendo la cabeza-. Una organiza­ción que abarca a todo un planeta debe dividirse en muchos departamentos. Pero si cree que el mundo se divide en gobiernos buenos y malos, es usted otra víctima de la publicidad del consejo.
Ya durante la reunión del comité, Lanark cuenta algo de lo que se ha enterado:
- He venido aquí porque me dijeron que Unthank sería borrada del mapa y engullida dentro de pocos días, y quien estuviera aquí y tuviera pasaporte del consejo sería transferido a una ciudad más soleada... Según Wilkins, Unthank ya no daba beneficios y borrarla del mapa haría que se consiguiera recuperar cierta energía. Dijo que su gente estaba acostumbrada a comerse pueblos y aldeas, pero que Unthank sería su primera gran ciudad desde Cartago.

(...)

- ¿Qué razón tienes para pensar que han escogido Unthank? -preguntó Gow.
- He venido aquí para responder precisamente a eso -dijo Grant-. Hace ya casi dos días un camión cisterna de Cortexin y un transporte de Algolágnicos chocaron en el cruce. En estos momentos todo el tráfico ha sido desviado hacia Imber. Tenemos comida para tres días más. Por «día» me refiero al anticuado día solar de veinticuatro horas, con aproximadamente mil setecientos latidos por hora.
- ¡Vamos, Grant, no pierdas la calma! -dijo Ritchie-Smo­llet-. ¿Acaso estás sugiriendo que esos vehículos fueron destrui­dos por obra de un plan criminal concebido por Algolágnicos y el consejo? Eso es un puro y simple delirio paranoico. El consejo ya ha enviado expertos para que se ocupen de reparar los daños.
- Provocar accidentes en una autopista es algo que no requie­re ningún complot -dijo Grant-. Es algo que se produce con­tinuamente. Cuando ocurren a las puertas del consejo son resuel­tos de inmediato. ¿Por qué tardan tanto con nosotros?
- Porque no estamos a las puertas del consejo. Desde el pun­to de vista del consejo somos una provincia remota que carece de importancia, pero eso no quiere decir que quieran acabar con nosotros. El encargado de tráfico del consejo ha hablado conmi­go por teléfono. Sus equipos de emergencia están trabajando en la planta de clonación de Cortexin, reparando un desequilibrio de la producción. Si no logran estabilizarla la mitad de Atlántida Oeste acabará hundiéndose. Pero está moviendo cielo y tierra para que los equipos adecuados vengan aquí rápidamente. Eso es lo que me dijo. Le conozco. Es un hombre honrado.
- ¿Es que no has visto cómo trabaja el consejo en épocas de paz? -le preguntó Grant-. Nunca se porta mal. Por ejemplo, nunca destruye una comarca de bosques y granjas: lo que hace es permitir que la criatura convierta bosques enteros en papel para que no haya más raíces capaces de almacenar el agua. Y cuando llega una tormenta más fuerte de lo habitual (cosa que tarde o temprano siempre acaba sucediendo), medio millón de personas se ahogan o mueren en la hambruna ocasionada por la tormenta, y el consejo ayuda a los supervivientes, y los equipos de auxilio organizan la industria de la zona según los criterios que la criatu­ra encuentra más beneficiosos. Estoy seguro de que tu encargado de tráfico desea sinceramente que el cruce quede despejado. Estoy seguro de que sus expertos, gente sincera y honrada, tienen trabajo más urgente que hacer. Y estoy seguro de que dentro de tres días, cuando nuestra administración se derrumbe y la población se convierta en una horda famélica de alborotadores, el consejo presentará un encantador programa de emergencia y evacuará a toda Unthank por el orificio que la criatura le ofrezca.

A esto siguió un largo silencio.
Acordaos de la receta. No dejéis que os horneen.

1 comentario:

  1. Gracias por hacerme pensar, por hacerme renunciar a mi falsa tranquilidad mental provocada por la ignorancia... muchas veces inducida. Ser consciente te hace menos vulnerable, que no inmune.

    Creo que trataré de hacerme con el libro en cuestión.

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